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ho E sea honrado Dios por Jesucristo”. Así sea. Pracrica.—Para conservar la fe, precisa tener puro el corazón. Las ma- las compañías y las diversiones pelj- grosas son enemigos que roban de las almas todo temor a Dios. Roguemos a María se digne iluminar nuestra mente para que, comprendiendo en lo que vale la fe, vivamos una vida pura y santa digna del devoto de María. Récense tres Ave María por la gloria que cupo a la Maestra de la verdad en la venida del Espíritu Santo. Oración final como el día primero.

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