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— 69— ORACIÓN ¡ Madre de la divina gracia! enseñad- nos a orar con fervor V constancia, pues que, si nos es imposible vivir la vida corporal sin luz, alimento y aire, de igual suerte al tratarse de la vida de nuestra alma nos es imprescindible la oración, como medio de alcanzar la gracia. (Queremos permanecer unidos siempre a Vos, como los Apóstoles lo estuvieron en el Cenáculo, a fin de con- seguir abundantemente los frutos de la Redención de vuestro Hijo y nuestro Salvador Jesucristo. Haced que des- cienda sobre nuestra alma el Espíritu Consolador de quien dimana la verda- dera paz, el gozo inefable y acrecienta las esperanzas en la bienaventuranza venidera, ilumina las inteligencias, alienta y fortalece en las vicisitudes y dilata los corazones con la fuerza de la caridad. para que renovados con la pre- sencia y acción de tan Divino Espíritu en todo nuestro ser, luchemos denoda- damente por nuestra santificación, y la de los prójimos, siendo nuestro lema la exhortación del Apóstol: ““Que en todo
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