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— 6? — A así era menester que Cristo padeciese y p resucitase el tercero día de entre los muertos, yd que predicase en su nombre penitencia y remisión de pecados a to- das las naciones, empezando por Jeru- salén. Y VOSOÍros seréis testigos de tO las estas cosas. Y Yo envío al prometido de mi Padre sobre vosotros; mas vos otros permaneced aquí en la ciudad, hasta que señis investidos de la virtud de lo alto”. Llevóles fuera hacia Betania; y con sus ojos fijos en el cielo, levantando las manos, bendijo a sus queridos dis- cípulos, y a la par que les bendecía, separábase de ellos y elevábase hasta que quedó invisible envuelto en una nube. Tal fué la revelación postrera de la misión de Jesús, tal la expresión de su doble amor: Elevarse a Dios, bende- cir a los hombres. Bendecir y proteger a su Iglesia encargada de convertir en su Nombre al universo; robustecer a sus apóstoles en la fe, hacerles invencibles en la esperanza e inflamar sus corazo- nes en la caridad. Pero bendice mirando al cielo, como para enseñarles a poner en aquel lugar, que es su verdadera pa-
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