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=p = conmoverse aquel cuerpo, el más pun perfecto y santo, el más delicado y her moso que jamás vieron los siglos. PH ahí que el dolor fuera intensísimo, Mas, nunca tanto que le impidiera pre sentar, a ruego de los verdugos, la my ro izquierda que, con igual fiereza qu la derecha, fué atravesada y cosida e madero. ¡ Alma mía! Detente aquí un insta te y mira cómo tu Salvador extiendi amorosamente sus brazos y deja caer cal tanta prodigalidad su sangre de sus vinas manos. Lo dispone así para abr zarte a tí cuando adolorida de tus i gratitudes acudas a Ela implorar perdón. Jcsás entonces te estrecha contra su pecho y te purificará con y sangre. Clavadas las manos procedieron taladrar los pies. Horribles dolor aquejaban al ajusticiado; mas, comí sólo quería desagraviar al Padre y redi mir el mundo, dejó que los verdugo amarraran los pies con cordeles tirasen con tanta crueldad que de yuntaron sus huesos. De este modo li graron llevar los pies al agujero abie

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