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qx Fija, oh alma mía, la mirada en ty amante Jesús y al verle solo, abando: nado, muévate a compasión su figura lastimera y con entrañable dolor acér cate y acompáñale hasta la cruz, que no irás sola. Verás como Simón de Ci. rene, hombre que regresa de sus faenas agrícolas, es obligado, al pasar por jun- to a la soldadesca, a tomar la cruz del Redentor, el cual desfallecía por mo- mentos, al punto de temerse un desen- lace prematuro antes de que llegase al Calvario. Verás como entre los acompa: nantes va un grupo de mujeres piado- sas que lloran la suerte del Maestro, No rehuses acompañarle, pues oirás que con ánimo sereno, mirándolas fija- mente al pasar junto a ellas, las dice; ** Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos”. Con lo que les significó su misteriosa muerte que era de reden- ción ysalvación. Siendo así no había por qué llorarla, mas sí, los pecados que fueron causa de ella y los males que tales pecados acarrean a los individuos y a las naciones.

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