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— 4 — gesto de compasión. Sea yo, al menos ahora, quien le acompañe en su soledad y quien amargamente llore mis peca- dos, causa de la flagelación de mi Re- dentor. : Medítese y pídase la gracia que se propone conseguir. ORACIÓN Al contemplaros, Jesús mansísimo, rodeado de sayones que, a porfía y con mayor violencia cada vez, descargan sobre vos, más que los cordeles, sus iras de hombres desalmados y corazón de hiena, no puedo menos que sentir hon- do pesar de mis maldades y un ardiente deseo de embalsamar con mis lágrimas vuestras llagas. Quisiera que la sangre que brota de vuestras venas viniera a caer sobre la tierra ingrata de mi cora- zón hasta quedar completamente em.- papado en ella. “Sanguis Christi, inebria me”. ¡Oh Madre desolada! Haced que de hoy en adelante sea mi alma la víctima que se ofrezca en holocausto por el amor de Jesús y vuestro. Así sea.

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