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> A oración sea humilde, reverente y con fiada. Medítese y pídase la gracia que se propone conseguir. ORACIÓN Por vuestra piedad sin límites, oh Madre mía, infundidme gran valor para arrostrar los males y beber el amargo cáliz del sufrimiento. Guiadme al santo monte de la oración para dar salida, en presencia del Padre, a las amarguras de mi alma; y que de allí no me aparte hasta lograr ser oído y confortado. Que de sólo Dios, de quien procede todo bien, y no de las criaturas ni de las co- sas humanas, espere la gracia que me consuele y transfigure. Así sea. Pracrica.—Constituído Jesús cabe- za del humano linaje y hecho su Sal. vador y Redentor, confiemos, contritos y sinceramente arrepentidos, en sus méritos infinitos alcanzados en aquella terrible lucha trabada dentro de su al. ma angustiadísima la noche de su ora:

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