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— Y jo, por qué nos has hecho ésto? tu pa dre y yo, con dolor te buscábamos. e ll Evangelio no nos refiere de qué trataba Jesús en el Templo en medio de los doctores. Sólo sabemos que al oír de labios de María: “Hijo, por qué nos has hecho esto”, contestó: “Para qué me buscabais? ¿lenorabais que Yo debo estar en lo que a mi Padre atañe”? En lo cual nos significó que de entre las diversas y múltiples ocupaciones, la principal, única deberá ser siempre ha- cer la voluntad del Padre Celestial. En la noche de la primera jornada, ya de regreso de Jerusalén, notaron María y José que Jesús no estaba entre sus parientes ni conocidos. Llenos de angustia comenzaron a buscarle hasta que. por fin, al tercer día le hallaron en el templo, sentado entre los doctores, ¿Quién será capaz de comprender la aflicción que oprimiría aquellas dos al- mas, aquellos dos corazones que sólo latíanal calor del recuerdo de Jesús?... ¡ Y pensar todavía que el dolor experi- mentado en esta primera pérdida ne sería más que el preludio de aquella otra irreparable que vendría a colmar

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