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0 or | su voto de virginidad. Ahora, por obe- decer, renuncia a la fama de aparecer virgen, oculta su virginidad para recibir la sanción de las ceremonias rituales como una mujer vulgar cualquiera: al obrar de esta suerte, ¿diremos que la Santísima Virgen echó al olvido aquel tan honroso como verdadero saludo del ángel: ** Bendita tú entre las mujeres” y sus propias palabras que en presencia de Isabel pronunciara: '*“Todas las generaciones me llamarán bienaventu rada, porque el Todopoderoso ha obra do en mí grandes maravillas”? Conve- nía, sin embargo, que así lo hiciera en atención a los divinos designios respec to de Jesucristo como Redentor y de su misión de Madre del Cristo o Mesías como Corredentora Pero no resalta menos su obediencia en la ofrenda que de su Hijo hizo al Iterno Padre. Había dicho Dios a Moi- sés: *Conságrame todos los primogéni- tos entre los hijos de Israel, pues todas las.cosas me pertenecen”, y esto en me- moria de la libertad alcanzada por el pueblo de- Dios en Feipto. María com- prendía todo el aleance posible de su

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