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había revelado que no moriría antes de ver al Cristo o ungido del Señor. Movi-: do por el Espíritu Santo vino al tem- plo. Y al entrar con el Niño Jesús sus padres para practicar con él lo prescri- to por la ley, tomándole Simeón en! sus brazos bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, ya puedes sacar en paz* de este mundo a tu siervo según tu promesa. Porque éstos mis ojos “ han* visto al Salvador que nos has da-* do, al cual tienes destinado para que, expuesto a la vista de todos los pue-* blos, sea luz brillante que ilumine a los gentiles y gloria de Israel, tu pueblo”. (Luc. II, 25-38). Desde luego salta a la vista la obe- diencia de María y José a la ley, a la cual no estaban obligados, La Virgen, Madre purísima, lirio de candor, albísi- ma azucena, se dirige al templo, cual * "mujer afeada por la culpa y pide al Su- mo Sacerdote le aplique la purificación - legal. Jamás admiraremos lo bastante esta sumisión de María a la ley. Cuando se le propuso ser Madre de Dios, objetó Espíritu Santo, que moraba en él, le” 4 dl A
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