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PEA Como María, de su pequeñez y de su misma nada, hizo brotar aquellos entu- siaemos, aquellos sentimientos de reco- nocimiento a los beneficios recibidos cuando dijo: mi alma glorifica al Se- ñor...porque miró la pequeñez de su esclava...por lo cual me llamarán to- das las generaciones bienaventurada, deberemos nosotros alabar a Dios y alabarle con la creación entera en obe- decimiento a las gracias con las que el Señor, a eada instante, nos enriquece. Tal deberá ser nuestra misión en la tierra como lo será nuestro oficio en el cielo: Bendecir, cantar y glorificar al Dios tres veces Santo por los siglos de los siglos. Medítese y pídase la gracia que propone conseguir. ORACIÓN ¡Virgen Sagrada! Bendita sois entre todas las mujeres y bendito es el fruto de vuestro vientre. Bendita por habernos dado a Jesús; bendita por haber conservado pura la

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