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era María. Y habiendo entrado el án- gel adonde ella estaba la dijo: Dios te salve, oh llena de « j 7 contigo: bendita eres entre las mu á Al oír tales palabras la Virgen se tur- bó; mas el ángel l: lijo: No temas porque has hallad los ojos del Señor. Concebir hijo a quien pi nd sús...Pero Ma mo ha de ser e varón aleuno. El le dijo: 31 Espíritu Santo descenderá sobre ti y la virtud del Altísimo te cu brirá con su sombra: por cuva causa el santo que de tí nacerá ser: Hijo de Dios...Entonces ciio María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra'?. En el misterio de la Anunciación ha llamos la razón, el origen de todas las grandezas de María. En él se nos ma- nifiesta el alma de esta privilegiadísima criatura, de tales gracias v de atractivos tan singulares adornada, que cual po- deroso imán atrajeron hacia sí al mis- mo Hijo de Dios. Díganlo su pureza perfectísima, su profunda humildad y

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