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— 36 — FRAGMENTO 6.” DE LA VIDA DE S. ANTONIO Con motivo de la celebración del Sínodo en la ciudad de Bourges, había sido citado para predicar en él San Antonio. Apenas el pueblo se impuso de la llegada del Santo, acudió en masa para rogarle accediera al deseo que tenía de oirle. No se dejó Impor- tunar el Apóstol, antes bien, celoso de la gloria de Dios, salió y como vió que la mu- chedumbre sobrepasaba los ámbitos de la catedral, viose precisado a predicar en la plaza pública. Mientras predicaba, el cielo se oscureció, y poco a poco fué llenándose de lluviosas nubes. Los truenos se repetían y los relámpagos cruzaban el aire. La gente Inquie ta y temerosa comenzó a buscar pro- tección contra la tormenta que se avec ina- ba. En esto, San Antonio hizo señal con su mano y prometió a la muchedumbre que, si ponía la confianza en Aquel a quien los vientos y los mares obedecen, no caería sobre ellos una vota de aoua. El auditorio se tranquilizó, fiado de la palabra del Santo y de la promesa divina. Y Dios no permi-

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