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> PRE rostro contempló a su amado hijo y en su semblante mostró la inefable dicha de su alma al oir hablar de tal suerte a San An- tonio. Así se dejó ver durante aleún tiem- po, todo transfigurado y envuelto en mis- teriosa luz hasta que se desvaneció, no sin haberle dado antes su bendición. Es rcuy creible. termina diciendo San Buenaven- tura, que San Francisco quisiera asistir al sermón de su hijo Antonio c mo para acre- ditar la verdad de sus palabras principal- mente por tratarse de la cruz de Cristo, de la cual siempre se había gloriado de ser siervo y de vivir estrechado a ella. JACULATORIA.—Amantísimo de la cruz de Cristo, San Antonio, hacedme comprender que para llegar al Pabor, es necesario pasar antes por el Calvario. Ceñid de espinas mi álma para que un día, en premio, reciba la corona de la inmortali- dad. Así sea. Oración final y Responsorio como el día pri- mero.

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