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lía de su asombro y a toda la familia y les exhortó a bendecir al Señor por aquella singular merced. Luego desapareció y el Espíritu le llevó al Convento de donde, poco hacía, le había sacado. Su ausencia duró solamente un día y dos noches. JACULATORIA.—Abrasado de amor, Santo mío, poned en mi corazón una centella de aquel fuego que alimentó el vuestro para que viva resig nado, siquiera a los padecimientos, a los trabajos y a la eruz. Que no ame sino a Dios, y a Dios busque en todas mis obras. Oración final y Responsorio como el día pri- mero. AS e e rr ptr toros. 2 ea
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