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A DIA TERCERO Meditación. San Antonio «Rosa de Caridad» (Liturgia franciscana.) Jesucristo ha dicho que «nadie tiene ma- yor caridad que aquel que da la vida por sus amisos». De lo cual ofrécenos Nuestro Salvador Divino un muy aventajado ejem- alós pues, no sólo la dió por sus AMILOS S]- no que hasta por sus enemigos. Tal exceso de caridad ardentísima sacó fue- ra de sí a los Santos y los enloque- ció con locura de amor. Veían a Jesús clavado en un madero v dar su sangre y su vida por amor al hombre; yen tan elevada contemplación crecían en deseos de imitarle. Ahí fué donde San Antonio se ofreció, cual hostia viva, para arder en holocausto por su Amado. Suspiró por de- rramar su sangre entre infieles, para, de alguna manera, corresponder al amor de Cristo; y, si bien no lo consiguió, fué al menos mártir por el deseo, en su espíritu. Nada lo detenía en su carrera impetuosa
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