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Do Jamás Fray Antonio había hablado en público, motivo por el cual, en un princl- pio se turbó. Sin embargo como esa era la voluntad de Dios, puesto en sus manos, habló con tanto espíritu, con tal elevación de conceptos, con tanta lógica, tal acopio de sentencias de la Sas. Escritura. tal pro- fundidad de doctrina, que los oyentes sa- lieron fuera de sí de admiración y asombro. Añaden los historiadores que su lenguaje era claro y eficaz, su voz dulce y llena, su gesto de particular gracia y sencilla majes- tad. Nadie, antes que él, había predicado tan excelentemente. La impresión y sorpresa que produjo el primer sermón de San Antonio en todos los Reliviosos es indecible. Todos, a una, TIT" conocieron que el Santo y el Sabio se ha- bía hurtado a las alabanzas de los hombres, y que el tesoro tan inesperadamente halla- do era de un valor inestimable y de ina- gotable riqueza.» (Heim, Vida de S. Anto- nio, páyg. 67.) Máxima: La vida toda de Jesús fué un acto continuado de humildad profundísi-

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