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AAA e A A A ríe y produce un bienestar de cielo hasta dejar extática el alma de la tan agracia- da niña, nó. Lo ha dicha con plateada voz: ““Soy la Inmaculada Concepción”. ¿Qué más se quiere?. Nada, por lo que a tan gran Señora dice; pero mucho, muchísimo por lo que a nosotros se re- fiere. En efecto: La Virgen María, al decir que es la Inmaculada, muéstrasenos como única criatura radiante de belleza y de poder, tales cuales compiten sólo a la Madre de Dios; lo dice para infundirnos con- fianza, dispuesta siempre a inclinarse a nosotros para elevar nuestra alma a Dios. Quiere a la vez que vayamos a Flla y le ofrezcamos nuestros homena- jes de hijos con la mayor pureza de in tención, o por lo menos, con el arrepen- timiento sincero de quien reconoce haber ofendido, y contristado a su bon- dadosa Madre. Esto es lo que quiere significar Ma- ría al decirnos hoy que es la Inmacula- da Concepción. Cumplamos su deseo. Meditese y pídase la gracia que se propone conseguir en esta novena.

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