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mirada, la dirigió a lo lejos por sobre mi cabeza. Era tal la tristeza que mostraba que al fin me resolví a preguntarle por la causa. **Ruega por los pecadores”, me dijo, e inmediatamente su rostro adquirió la expresión de bondad de otras veces, con lo que me tranquilizó y des- pidiose con una inclinación de cabeza.” ORACIÓN PARA ESTE DÍA ¡Oh Virgen beatísima!, cuyo corazón henchido de amor y de dolor por Jesús en la cruz teniais! Hacedme participan- te de ese mismo amor, para que yo no ame sino a Jesucristo y en Él y por Él a las criaturas redimidas a tan costoso precio, como fué la sangre de un Hom- bre-Dios. Hacedme sentir algo siquiera de aquel vuestro dolor, que al contem- plar a Jesús, clavado, recuerde la causa y el origen de aquellos clavos y me mueva a orar constantemente y a ofre- cer la sangre de vuestro Hijo con la que lave las almas de los pecadores, las san- tifique y una tan estrechamente a la cruz, que, fijas para siempre en ella, mueran abrazadas a Quien, al morir,

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