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las manos. De su brazo derecho pendía un gran rosario. Me restregué los ojos por si era ilusión, y de lo contrario, para cerciorarme más. De nuevo ví a la joven encima de la zarza que con mucha gra- cia se sonreía y parecía invitarme a que me acercase a ella. Como tuve miedo, no me resolví sino que saqué de mi bol- sillo el rosario que acostumbraba traer conmigo, hice la señal de la cruz y mientras yo rezaba, la joven recorría las cuentas del suyo sin mover los labios. Cuando terminé de rezarlo me salu- dó sonriente y se retiró hacia el fondo de la gruta y desapareció.” ORACIÓN PARA ESTE DÍA Dios te salve, ¡oh María! llena de gracia, escala extendida del cielo a la tierra, lámpara de oro de donde proce- dió la inaccesible divina luz para alum- brar a quienes estaban sentados en las tinieblas y sombras de la muerte, ilumi- na mi alma con los resplandores de la pureza y llénala con el perfume de la humildad. Establece dentro de mi co- razón tu asiento y haz que yo siga dó- cilmente tus enseñanzas.

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