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La Santísima Virgen se propone ha- cer un llamado general a todo el mundo. Para ello coloca su asiento en un luga- reño apartado, desconocido, en la re- pública francesa, junto a la ribera del río Gave. Desde allí arrojará sobre las inteligencias tanta luz, tanto fuego so- bre los corazones que se verán precisa- dos a reconocer un poder sobrenatural y divino, a despreciar la materia y ado- rar al Creador del mundo visible e in- isible, Dios. A Lourdes acudirán de las cinco partes del mundo, atraídos por tan poderoso imán. En Lourdes reco- brarán no pocos la fé perdida, purifica- rán sus conciencias y emprenderán brio- samente la vida cristiana. ¿Y a quién escogerá la Virgen para llevar a cabo tamaña empresa?...A una niña de catorce años, enferma, de familia pobre, sin instrucción; pero inocente, humilde, devota de María a quien a diario saluda con el rezo del santo rosario. ¡Qué! ¿Por ventura ne- cesita Dios de las criaturas, del talento humano para la ejecución de sus sobe- ranos planes? Bástase Dios a Sí mismo. Que si a veces echa manos de los hom-