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bre alma y no rehuseis decirle lo que debe hacer por agradaros e imitaros. Que su deseo único es cumplir fielmen- te vuestros mandatos y alabaros como os alaban y aclaman Bienaventurada todos los pueblos de la tierra. Finalmente, concededme por Jesu- cristo, Señor Nuestro, lo que os pido en esta novena, si ello ha de ser a ma- yor gloria de Dios y más subido acre- centamiento de gracia en provecho de mi alma. Amén. MEDITACIÓN La Virgen María continúa su obra regeneradora en las almas. De las criaturas más abyectas y hu- mildes, en el sentir de los hombres mundanos, como de viles instrumentos, suele servirse Dios para la realización de sus obras estupendas y prodigiosas. En lo cual se nos dá a entender que Dios es el principal autor de tales obras; y que no hay lugar para que la criatura pueda vanagloriarse ni menos atribuir- se a sí lo que a Dios sólo pertenece.