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por primera vez; oponiéndose a ello la difi- cultad de aprender el catecismo. A los comienzos del afio 1858 volviéd a Lourdes, donde la esperaba Maria. El jueves, 11 de febrero, hacia el medio- dia, recibiéd la primera de las dieciocho co- municaciones concedidas por el cielo a la tierra. Todos saben las circunstancias de es- tas apariciones; sencillas como la infancia, impresionantes como la divinidad. Bernar- dita, en compafiia de su hermana Tofita } de la vecinita Juana Abadie, va a buscar ramas junto a las rocas de Massabieille. Las compafieras se han adelantado, esta sola, y de pronto, en lo mas aspero de una gruta, aparece una Sefiora vestida de blanco. El primer impulso de Bernardita fué rezar el Rosario; la admiracién le quit6 el movi- miento y la dejé sin voz. La Aparicién en- tonces toma el rosario que colgaba de su brazo, da ejemplo a la nifia, que, tranquili- zada ya, reza esa oracion. Luego la Sefiora hace una sefal a Bernardita para que se acerque, no se atreve ésta y desaparece la vision. El domingo, dia 14, siente Bernardita un atractivo irresistible y vuelve a las orillas del Gave, acompafada de cinco o seis ni- fias. Se ponen de rodillas al pie de las rocas y comienzan el rezo del Rosario. Ahi esta, sonrie, exclama de pronto la nifia y se transfigura y queda como iluminada. Echa agua bendita a la Aparicién, mientras le dice: Si vienes de parte de Dios acércate. Sonriente la Sefiora, se aproxima y se incli- na. Bernardita esta en éxtasis, su hermana Maria, asustada, teme caiga muerta alli mismo. 6 / ,

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