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postulante que rezaba el Oficio, debiendo estar acostada, le dijo suavemente la enfer- mera: «che ahi un fervor tejido con desobe- diencias». : En 1874, débil y atormentada por los sufci- mientos, se comprendié le era poco favora- ble el ambiente de la enfermeria, y Sor Maria Bernarda fué nombrada Sacristana, oficio que desempefié con grande amor, y mas que amor puso en él toda la ternura de corazén. La vispera de un dia de Navi- dad fué sorprendida con un Nifio Jestis, de eera, en los brazos, al que le decia: «Mucho frio pasaste, pequenito Jestis mio, en el es- tablo de Belén. No tenian corazén los habi- tantes de aquella ciudad al negaros la hos- pitalidad»—Pronto volvié6 Sor Maria Ber- narda a la enfermeria; habia caido enferma. Debia perfeccionar la gran oblacién y ser wictima. Ultimo sacrificio y pr mer triunfo Bernardita fué victima humilde y paciente. Siempre tuvo gran deseo de ser ignorada y permanecer oculta. Si la Santisima Virgen me ha elegido, decia, es por haber sido la mds ignorante. En una ocasién manifesté cierta emocién al mirar una estampa de la ‘Gruta, al instante dominé la emocién, compa- randose, con encantadora espontaneidad, a la escoba que se vuelve a poner en un rin- cén después de servirse de ella. La Virgen se ha servido de mi, repetia, y luego me ha puesto en un rincén. Ese es mi sitio, en él estoy contenta y en él me quedo. Aumentaba ja gloria de Lourdes y brillaba con mayor i
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