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Oracién final para todos los dias Dulce Madre de los Buenos Consejos, no te ol- vides de mi alma. Sé Ta mi Maestra en la ciencia de los Santos, mi Consejera en todos mis pro y designios, mi Guia en el Camino del cielo, ‘mi aliento en los desmayos, consuelo en los _pesares, mi esperanza en los temores, mi refugio en los peligros, mi sostén en la agonia, mi abogada en el tribunal del Juez Eterno. En tus manos deposito mi cuerpo y alma, mis acciones, palabras y deseos, mi vida y mi muerte, mi tiempo y eternidad. Soy tuyo, llévame a Jesus, entrégame a su Corazén, y viva asi al abrigo de vuestros amores. Intercede por la Iglesia, por el Romano Pontifice y sus intenciones, y por todos aquellos vivos y difuntos por quienes Tu deseas que yo ruegue. Amén. SUPLICA FINAL Maria, yo te ruego yatu largueza acudo; mi guia sé y mi escudo, mi luz y mi sostén. Del Buen Consejo joh Madre!, permiteme te pida para la muerte y vida tu proteccién, Amén. RECUERDO En los peligros, en las angustias y en las dudas piensa en Maria, invoca a Maria. Siguiéndola, no pierdes el camino; rogindola, no desesperas; recor- dandola no yerras; sosteniéndote con su mano, no caes; protegiéndote, no tienes miedo; guidndote, no te fatigas, y teniéndola propicia llegas J término de la jornada. (San Bernardo). Ave Maria Purisima (Con las debidas licencias)

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