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8 Manual de la Congregacion be ser hijo de la Iglesia y, difundiendo el Santo Evangelio, debe trabajar por multiplicar los ver- daderos cristianos. En nuestro siglo la religién exige esa labor de sus hijos: cada Congregante debe pues ser un «mi- sionero permanente» Ileno de celo y de espiritu de propaganda, constituyendo una familia que en nombre de Maria, y apoyada en Aquella que aplas- té la cabeza de la serpiente, esté dispuesta a com- batir las potencias infernales en el mundo. Para ello el Congregante empleara las armas siguientes: a) Oracién encaminada a ese fin. b) Buen ejemplo con una conducta irrepro- chable. c) La palabra y el consejo en sus conversacio- nes. El Congregante sera sobre todo, como verda- dero Hijo de Maria, modelo de pureza. La castidad transforma a los hombres en An- geles. El Congregante, pues, sera en su vida parti- cular: angel en sus pensamientos, dngel en sus con- versaciones y dngel en sus obras. En su vida colectiva procurara hacer apostola- do de pureza: evitando, o al menos refrenando las conversaciones inmorales de sus compafieros; no asistiendo a lugares o espectaculos pecaminosos, v. gr. cines inmorales, playas indecorosas, revistas -

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