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7 tranquilidad, el amor, la salud. Así sea. Dios Te salve, Reina, y Madre, etc. Il. ¡Ah!... el oir que tantos han sido colmados de favores só- lo porque a Tí acudieron con fe, me infunde nuevo aliento y va- lor para llamarte en mi socorro! Tú prometiste a Santo Domingo que el que deseara gracias las ob- tendría con tu Rosario en la ma- no, te llamo, oh Madre, al cum- plimiento de tus maternales pro- mesas. Aún más: Tú misma, oh Madre, has obrado continuos pro- digios para excitar a tus hojos a que te levantaran un templo en Pompeya; Tú, pues, quiere en- jugar nuestras lágrimas y alivia nuestros afanes; y yo con el cora- zón en los labios, con fe viva te lamo e invoco: ¡Madre mía! ¡Ma-

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