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Y mi boca publicará tus ala- banzas. v Dios, venid en mi ayuda: r Señor, apresuraos a socorrerme. v Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: r Como era en el principio, ahora y siempre; por los siglos de los siglos. Así sea. I. ¡Oh Virgen Inmaculada y Reina del Santo Rosario! en es- tos tiempos en que, apagada la fe en las almas, domina la impiedad, has querido levantar tu trono de Reina y Madre sobre la antigua Pompeya, morada de muertos pa- ganos; y desde aquel lugar, don- de eran adorados. los ídolos y de- monios. Tú, hoy, cual Madre de la divina gracia, derramas por doquiera los tesoros de las celes- tiales misericordias; ¡ah! desde aquel trono donde reinas vuelve,

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