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25 derrama abundantemente sobre los desdichados. Pero sé también, que es dulce a tu corazón el ser llamada Reina del Valle de Pom- peya; y llamándote así, siento la dulzura de tu místico nombre, oh Rosa del Paraíso, transplantada al Valle de las lágrimas para suavi- zar las penas de los tristes deste- rrados hijos de Eva. Tú eres la rubicunda Rosa de caridad, más fragante que todos los aromas del Líbano, que en tu Valle con per- fume de celestial suavidad ele- vas los corazones de los pecadores a Dios. Tú, la Rosa de eterna fres- cura que, regada por las aguas ce- lestiales, echaste raíces en un te- rreno asolado por una lluvia de fuego, Tú la Rosa de inmaculada belleza que del sitio de desolación hiciste jardín ameno de las delicias del Señor. ¡Ensalzado sea Dios,

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