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AAA NA MOL MAA MANS DA B SABADO DECIMOCUARTO La ASUNCIÓN DE La VIRGEN Cumpliendo el precepto, que el celes- tial Maestro les impusiera, de enseñar a las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo. y del Espíritu Santo, se hallaban los apóstoles, cuando súbita inspiración les sugirió abandonar sus trabajos y congregarse en Jerusa- lén: conocieron que llegaba el momento de la muerte de María. Aquel euerpo pu- rísimo iba a separarse por breves ins- tantes del alma perfectísima, que lo ani- maba, Los apóstoles acercáronse llorosos al lecho, donde reposaba María; su divino Hijo desde la diestra de Dios Padre des- cendió al lado de su Madre; arriba los ángeles cantaban himnos, que producían en el corazón de los apóstoles tranquili- dad absoluta: y María, sonriente, con los ojos fijos en los de su Hijo, aguardaba

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