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público del Rosario. Y el Arzobispo de París lo entonó en alta voz, hallándose presentes la Reina Madre, la reina re- gente, Ana de Austria, el duque de Or- leans, los cardenales Rochefoucault y Berulle- e inmenso público. Practicóse durante algunos sábados esta devoción y luego dióse el asalto a la Rochela. Calvinistas, hugonotes y huteranos fue- ron completamente derrotados y Francia, como en tiempos de Carlos VI en Ro- sebec, experimentó la virtud milagrosa del Rosario, alejando de sí, gracias a esa virtud, todo peligro de herejía. Entonces fué cuando la Orden de -Pre- dicadores, que tan claramente había vis- to el poder del Rosario en Rosebec, en Langiiedoc, en la Rochela, instituyó la piadosa práctica de los Quince Sábados. En aquella edad de fe y de confianza en la virtud del Rosario, rápidamente se difundió esta práctica por todas partes, llegando en muy poco tiempo a pasar de dos mil las personas que acudían a la iglesia de los PP. Predicadores de Ton- louse los sábados, en que se hacía esta devoción. AAA AAA A A NA
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