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had Ñ he 1 dei o $ MiNoS "e 1 TAHITRA NA MARACAS VÍ uzEDAD5 SABADO QUINTO La PÉrbIDA DE JESÚS Y SU ENCUENTRO EN EL TEMPLO ¡Qué felices debían de pasar los días María y José al lado de su divino Hi- jo! Habían burlado la perfidia de He- rodes huyéndo a Egipto y ya vueltos a su tierra, veíanse libres de todo peligro. La Divinidad oculta bajo las aparien- cias de un niño, era desconocida hasta de sus propios vecinos. Sólo a María y Jo- sé cabía la dicha de disfrutar de Ella. Contaba ya Jesús doce años de edad; y habiendo subido eierto día con sus pa- dres a Jerusalén, quiso irradiar sobre el mundo los primeros rayos de su divi- nidad, al sentarse con los doctores en el templo, para resolver las dificultades de la ley La muchedumbre oía ¿on admiración las respuestas que el Niño daba a las preguntas de los doctores; los doctores:

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