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perimentó vuestro corazón, al oir la pre- fecía de Simeón, suplícoos que dirijais mi voluntad por el recto sendero -de los preceptos divinos; y si alguna vez ten- go la desgracia de apartarme de alguno de ellos, haced, Madre querida, que re- pare al momento este desvío por medio de una dolorosa confesión. Así sea. ORACIONES para la Comunión de cada Sábado, pág. 18.

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