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Mas no fué por motivo de felicita- ción esta visita de María a su prima Isabel; había oído de boca del Arcán- gel el estado adelantado de su prima y apresuróse a visitarla para prestar los auxilios de su asistencia. Tras un largo viaje llegó María a la casa de Isabel y al encontrarse las dos santas mujeres, deshiciéronse sus cora- zones en una efusión de amor y ala- banzas. Conociendo Isabel por revela- ción divina que, la que venía a visitar- le, llevaba ya en su seno al Mesías pro- metido, en un transporte de entusiasmo dejó escapar aquellas palabras, que mi- les de lenguas repiten cada día: Bendi- to es el fruto de tu vientre. Y María, llena del espíritu profético, en un su- blime cántico predice que toúas las ge- neraciones la llamarán bienaventurada. Consideremos la caridad de María. Apenas oyó de boca del Arcángel la obra milagrosa realizada tn su prima Isabel, se apresura a visitarla, para lle- varle el auxilio de su asistencia. No la arredran en esta jornada las dificulta- des del camino sembrado de montañas,

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