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19 quien honramos con el título y el rezo del Sto. Rosario, conceded a mí y a to- dos mis parientes, las gracias que más necesitamos para el alma y para el cuer- po, para el tiempo y para la eternidad; y de un modo particular la gracia... (se pide la gracia que se desea) si tal es vuestro benepláci n cuya confor- midad quiero vivir y morir. Pater noster. Con todo el afecto y la confianza de que es capaz mi corazón, yo recuerdo, oh María, las promesas que Vos misma habéis dispensado. — Aceptad, pues, oh hicisteis a los devotos de vuestro Rosa- rio y las innumerables gracias que les buena Madre y Reina, las súplicas que yo os dirijo en el acto de contemplar de- votamente y honrar la memoria de los gozos, dolores y triunfos vuestros y de vuestro Santísimo Hijo. Por estos santos misterios y especial- mente por el misterio que hoy entien- do honrar particularmente, 0s recomien- do el Sumo Pontífice, todos los Prela- dos, propagadores y defensores de la Fe Católica, los príncipes, magistrados y