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misma esclava del que va ser su Hijo. 'Oh humildad! ¡qué hermosa debes de ser a los ojos de María! EJEMPLO La señora Amalia Bevaqua, domicilia- «a en la calle Maza, padecía una enfer- medad en los brazos, la cual le obligaba a tenerlos siempre arrimados al pecho, sin poder servirse de ellos para ningu- na necesidad, Encontróse cierto día con una descono( ida señorita en la iglesia de San Carlos. Compadecida la señorita de su dolencia la propuso un remedio muy sencillo para su curación; una visita a la Virgen de Nueva Pompeya, Accedió gustosa la señora; y sin más tardanza se pusieron en camino, Llegaron a este templo e hincadas de rodillas comenzaron su oración a la Vir- gen; al mismo tiempo la señorita frotaba con sus manos los brazos enfermos de la señora. Tan agradable fué su oración a la Virgen cue la señora salió de este templo con los brazos tan perfectamen

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