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brillantisimas estrellas, que de ti reciben la bri- Ilantez de sus fulgores e iluminas el cielo de la Iglesia; aledanzame, que cual nueva escala de Jacob me sirvan de gradas para subir por ellas a Jesis. j Madre amada!, cuya carifiosa voz parece re- petir en el fondo de mi alma las consoladoras palabras que dijiste a tu devota Antonieta Bales- trini: “Cualquier gracia que quieras conseguir, recurre siempre a Mi, porque yo soy tu madre”; a ti pues acudo, para que remedies todas- mis necesidades y en particular, (aqui se pide la gra- cia especial, que se desea conseguir) si es que ella no se opone a la mayor gloria de Dios y bien de mi alma. jSantisima Virgen del Rosario de Pompeya!, bendice al Sumo Pontifice, protege a los obis- pos y sacerdotes, defiende las érdenes religiosas y a todo el pueblo cristiano; bendice a mi patria Argentina y hazla grande, velando en particular por la educacién cristiana de los nifios; destruye las sectas, convierte a los pecadores, guarda mi casa y familia y que en ella reine siempre la paz; y en la hora de mi muerte no me desam- pares, sino que fortalecido con los santos Sacra- mentos y con verdadera contricién de mis peca- dos, invocando tu dulcisimo nombre y el de mi buen Jestis, consiga verte en el cielo por los siglos de los siglos. Amén. Se reza el santo Rosario o por lo menos se rezan tres Avemarias, terminando con Dios te salve, Reina Madre Los Teles que visitaren devotamente la Imagen Pompeyana de la Bienaventurada Virgen Maria del santisimo Rosario, expuesto en una iglesia o —~ 7a