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82 El punto de apoyo. labras los deseos de su tiempo y de los tiempos futuros..... Los cielos se rasgaron y apareció el Justo. Ahí está en el Sagrario permanen- te, para que nunca falte esa esperanza en el corazón del hombre. Empero, Je- sucristo, quedó en la Eucaristía como Dios y hombre, para que el hombre empujado por su presencia y amor se elevase hasta Dios, «Descendit Deus ut ascendat homo factus Deus. Jesús sacramentado, es entre el cie- lo y la tierra, «luz que siempre alumbra, amor que siempre arde, luz eterna é in- deficiente, pan de vida que nos nutre,» según nos enseña San Agustin. ¡Oh Dios mío! mientras subo á mi pa- tria verdadera, resplandece cerca de mí para que no yerre; ilumina y santifica este pequeño baso tuyo; líbralo de ma- licia, llénalo de gracia, y así repleto de tu amor, consérvalo y haz que coma de tu carne, para que comiéndote, viva de tí y no del mundo, llegue á tí, libre del error que me ata á la tierra, y finalmen- te, descanse en ti, para quien fuí creado. «Vivam per te perveniam ad te et requies- cam in te.» (S. Agust.)

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