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80 El punto de apoyo. tado el pan de los fuertes que ilumina y conforta, y han caído desde la altura al abismo. Nosotros tenemos el templo, y en el templo á un Dios, que es el Dios de la verdad y que ha dicho: «Ego sum via veritas est vita.» Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie jamás podrá errar siguiendo su inspiración; nadie des- fallecerá apoyado en sus fuerzas; nadie morirá arrimado á su corazón y á su vi- da. «Yo soy el pan de la vida.» Desde el Tabernáculo nos está animando..... «El que come mi carne, no morirá jamás.» «Qui manducat hunc panem vivet in ceter- num.» Este es el punto de apoyo. Por eso, las almas doctas y elevadas como San Buenaventura, que no desde- ñaban las ciencias, exclama: Nihil sa- piat, nihil delectet, nihil aliciat nisi Jesus Christus. Nada me agrade, ni deleite, ni anime sino J. C. En el Dios de la Eucaristía está la fuer- za de la vida y por el contrario dice el Crisóstomo: «qui ab hoc convivio spiri- tuali longe fuerit factus evacuatur Spíri- lu Sancto angustiatur sensibus deficit a

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