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74 Mirando al Cielo selvas de Ceilán no ocultan tantas sor- presas como nuestro corazón. Fl corazón es una región inexplorada. Decidle, pues, á los seres de la época, lo que repetía San Agustín: Está inquie- to el corazón, mientras no descanse en Dios. No os atenderán, ni entenderán si- quiera. Para ellos, el corazón no puede querer otra cosa, que la felicidad que se forma acá abajo con el oro y el placer. Es decir, para ellos, el corazón baja para reposar..... ¡oh ceguedad lamentable! Volved á aconsejarles que estudien me- jor el corazón, que es como desear volar..... No os harán caso. Temen en- trar en él, porque temen, tal vez, á lo que pudieran descubrir..... Así se expli- ca el pensamiento de San Pablo: el hom- bre ejecuta no el bien que quisiera, sino el mal que no apetece. Muchos filósofos creyeron, por eso, que llevamos en nosotros doble al- ma, un alma animal Ó carnal, que ba- ja, y otra alma racional y espiritual que sube; es la doctrina de la tricotometría presentada de diversas maneras por Nit-
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