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64 Amor de amores. císimas trovas puede bien decir que Je- sús es el amor de sus amores. San Buenaventura era una de esas al- mas regaladas que exclamaba por la he- rida del corazón: O Deus meus o amor meus o lux delectabilis o suavissima irra- diatio o jucundissima contemplatio o nu- trimentum deificum..... O Deus meus 0 amor meus o cordis jubilus o mentis ar- dor o amoris incendium. ¡Oh Dios mío y amor mío, oh luz deleitable, irradiación suavísima, dulcísima contemplación y divino nutrimento. Oh Dios mío y amor mío, gozo del corazón ardor de la men- te y del amor incendio... El inefable cantor del amor, San Fran- cisco de Asis, veía en Jesús todas sus cosas y quedaba extasiado consideran- do estas solas palabras: Deus meus et omnia. Mi Dios y todas mis cosas. ¿A qué obedece la frialdad de nues- tros corazones? ¿Por qué no llega á in- cendiar el pecho una centella seráfica desprendida de la hoguera eucarística? Desde el Tabernáculo nos llama para inflamarnos, consolarnos, recrearnos. Venite ad me omnes. Oh Señor ¿venid nos decis? ¿De quién

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