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2 omnnr e 56 Gratitud y desagravio. ¿No sabrás en tanto llegarte á con- solarle á Jesús? ¿Eres de esas dichosas del mundo á quiénes ha llenado Dios de felicidades y en todo buscan la comodi- dad? ¿Y no sabrás ir al Tabernáculo un rato del día á decirle á aquel tu Dios: grácias, Dios mío, ¿cómo te correspon- deré con mi amor? ¿No tienes valor para emplear tus ocios en favor de la idea eucarística? ¿No tienes generosi- dad para interesarte por una obra nece- saria? No faltan obras; lo que faltan son obreros. Cierto. Pero añadamos que lo que faltan son corazones agradecidos. ¡Cuántas almas hay, Dios mío, de la ra- za de aquellas que ridiculizaba un autor de una comedia. «¿Tiene opiniones tu yerno?—No tiene más que una, la pere- za>....."” Andan de la mano el desagra- decimiento y la pereza. El artista emplea su talento, en exteriorizar sus visiones. El corazón agradecido en demostrar sus sentimientos generosos..... Pero el indus- trial se ocupa en buscar mejoras que ha- gan prosperar su patrimonio; así el egoís- ta y desagradecido en buscar sus como- (1) Le gendre de M,

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