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Capitulo VII. 55 á morir». No á morir físicamente con esa muerte que nos arrebata del número de los vivos del mundo, sino á morir con esa otra misteriosa muerte que mata en nosotros el virus del mal. Entre los cristianos «agradecer, es sa- ber amar», y la más bella filosofía es la que enseña la gratitud á los dones de Dios, porque por ella se nos llegan nue- vas dichas y consolaciones. Es saber amar lo que más nos convie- ne que es el tener propicio al Señor. La gratitud, según San Bernardo, es un mo- tivo de nuevas bendiciones. Las almas eucarísticas aspiran á demostrar á Jesús Sacramentado, una gratitud perdurable en la obra de los JUEVES. ¿Qué hemos de agradecer si no agra- decemos este inmenso don? ¿Si el cora- zón no sirve de órgano para ésto, para qué nos puede servir? Eres, acaso, una de esas criaturas desocupadas que arrastran doce horas del día, sin saber en qué pasar el tiem- po.
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