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Capitulo Vl. 49 rado ni lacerado, pues aunque se divide este manjar, todo entero queda Cristo en cada partícula dividida «sub qualibet divisionis particula integer perseverat.» Ocúltase el Cordero celestial que come- mos bajo accidentes levísimos, á fin de dar lugará la fé, cuando recurrimos á un banquete real y visible de un modo misterioso é invisible. Considerémonos, pues, por dichosos de representar en esta cena divinísima á los doce discípulos unidos con Jesucris- to, con lazadas estrechas y luminosas y con vínculos de particular y suavisima amistad. IV. No al azar se determina que vayamos en coros de doce, á reunirnos en la divi- na mesa. Lo que hemos de procurar ar- dientemente es, investirnos de las dis- posiciones con que los Apóstoles asis- tían á la cena en compañía de Jesucristo. Pedro llevaba la representación de una fé vivísima. Juan la de una caridad suavísima. Andrés el amor á la cruz ar- dentísima. Todos un celo generoso y” Vida de amor.—5.
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