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48 La Institución. de su corazón; pero quiso esperar á es- ta hora de la cena «cenantibus illis.» Así hemos de pensar que el Divino Salva- dor nos comunicará á nosotros Sus me- jores carismas y más señalados favores, cuando nos congreguemos durante la mañana del Jueves en la Cena Eucarís- MI. ¡Oh precioso y admirable convite! exclama Santo Tomás «Convivium salu- tiferunt et omne suavitate repletum.> Banquete de salud lleno de suavidad. «Quid hoc convivio pretiotius esse po- test?» ¿Qué cosa puede soñárse ó apete- cerse mejor que este convite en el cual no se nos depara para alimento la carne de los becerros y cabritos como en la anti- gua ley «sed nobis Christus sumendus proponitur verus Deus.» Sino que se nos brinda con el mismo Cuerpo de Cristo, verdadero Dios y hombre. ¿Quid hoc sa- cramento mirabilius? seguiremos pregun- tando con el mismo Santo Tomás ¿Qué sacramento tan maravilloso y divino? En él se truecan sustancialmente el pan y el vino en carne y Sangre de Cristo. Es

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