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y CAPÍPULO VI. La Institución. Una vez que recibimos la vivida im- presión de lo infinito todo lo que se co- pia de Dios, es, en cierto modo inefable. La impresión divina bautiza las obras con el agua de la inspiración y de la hermosura mística. Al dar á nuestra institución el carác- ter conmemorativo, era preciso copiar de la cena última ese detalle de los doce discípulos, para reproducir con mayor viveza la institución eucarística. Estremeceos de júbilo cristiano. So- mos llamados á un nuevo apostolado de amor. Ahora puede repetirse «homo quidam fecit cenam magnam» Es cierto, como más tarde veremos que á esa cena vocabit nultos» llamó Jesús á muchos pero antes que á todos, reunió consigo doce amados señaladamente á quienes en le recogimiento de su corazón es-

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