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RA CAPÍTULO V. Los discípulos. No carecería de sentido la presencia de doce discípulos en la Cena Eucarísti- ca. Doce fueron las piedras que saca- ron del Jordán para señalar el paso de los Israelitas. Doce las tribus de Israel á las cuales se había Jesús dirigido como á ovejas sin pastor. «Cada una de ellas parecía ofrecer así sus primicias, aportar su contigente á la nueva Iglesia y tener en adelante un predicador delegado.» Entrados los primeros en el reino mesiá- nico, los apóstoles debían ser elevados en él á la dignidad de jefes y de prínci- pes. Doce tronos los aguardaban en el cielo, para juzgar desde ellos, no sola- mente á Israel, sino al pueblo de la nue- (1) Orígenes del Cristian. Mr. Le Camus tomo II.

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