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36 Los Jueves Eucaristicos que mi Padre os dá el verdadero maná en este banquete eucaristico..... Accipite et comedite; tomad, comedme. Este pan tiene para vosotros la promesa de vida eterna. A pesar de todo es indudable que muchos Sagrarios se hallan abandona- dos. ¡Que soledad tan dolorosa para Je- sús! ¡Que abandono tan penoso! «¿Qua- re oblitus es mei?» es el grito de dolor de aquel Corazón Sacramentado. ¿Por qué me olvidas ¡oh alma! No solamente estoy en los grandes templos, en afili- granadas capillas, en devotos y decora- dos oratorios; también estoy en estas iglesias pobres y abandonadas; también aquí celebro mi banquete eucarístico; ¿por qué, pues, me abandonas en estos lugares? ¿Quare oblitus es mei? El real Profeta se alimentaba de lágri- mas día y noche mientras no se le res- pondiere donde estaba su Dios. Las al- mas devotas no deben descansar mien- tras no presten á Jesús el concurso de su devoción, buscándole por todas partes, para consolarle en su abandono. Permí- ME, PUES, AMA ENYA, YU R MEP te: «<¿Ubi est Deus tuus? ¿Dónde está tu

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