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Capitulo tl. 29 enn la Hostia adorable. Le veía, “le amaba y vivia en Él. San Vicente de Paul veía á Dios y le buscaba «y le amaba en el alma de los niños abandonados». Al ver que Dios se daba á él, Él daba por Dios su corazón á los desheredados. Vayamos á Dios al través de las aspe- rezas del deber y á pesar de las resis- tencias de nuestra naturaleza. Veremos á Dios unido íntimamente al hombre, á mis hermanos, á mis enemi- gos, á los pobres, á los humildes, á los débiles. Él no pregunta el nombre ni de- sea conocer su condición. No quiere sa- ber si hay en ellos algo que pueda re- pelerle ó algo que pueda seducirle. Jesús se llega á todos en cumplimiento de su palabra. ¿No es ese un gran motivo de renovación social?

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