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368 Corte de Honor Embriágame con el néctar de vuestra infinita dulcedumbre... El manantial de las fuentes y de los ríos esla mar y el manantial de la” dulzura, eres tú ¡Bien mío!... La ley misma que nos legaste es dulce con ser yugo; la cruz en que mo- riste es dulce, con ser cruz... Eres el hi- jo de las complacencias del Padre, así pregonó la voz del cielo. Eres el objeto de mis amores, así me lo dice el cora- zón... ¿serás para siempre?... Sí, sí, para siempre... PIFIDIZPIDDO IPECCECCCECESTN Meditación. Yo soy vuestra vida. Egó sum vita. I La vida; ¿hay cosa que más apetezca el mortal”... queremos vivir y, si en nues- tra mano estuviera, jamás moriríamos. La mayor parte de nosotros en esta lucha por la vida, nos inclinamos á la vida presente y vagamente nos ilusiona el anhelo por la vida futura... Y es esto, porque la mayor parte de los hombres solo conocemos un lado solo de esta vi- da del tiempo, aquel por el que vamos subiendo, el cual es generalmente risue- ño, bellísimo y perfumado como la pri- mavera, más tarde se presenta el otro

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